La prediabetes es una catalogación que, últimamente, se utiliza cuando a una persona se le detectan niveles de glucosa en sangre más elevados de lo normal sin llegar a ser patológicos. La prediabetes se podría entender como una premonición de poder desarrollar una diabetes en el futuro, enfermedad que, a su vez, representa una condición de riesgo de sufrir afectaciones graves como nefropatía, retinopatía o trastornos cardiovasculares, entre otros. De acuerdo con ese encadenado de riesgos y, con la sana intención de reducir morbilidad y mortalidad, se está observando una escalada, encabezada por la American Diabetes Association (ADA), para considerar que la hemoglobina glicosilada (HbA1c), una prueba que se puede hacer sin ninguna preparación ni necesidad de ayuno, se convierta en un nuevo criterio para detectar prediabéticos. La preocupación nace cuando, de acuerdo con esta ampliación diagnóstica, se estima que en China aparecerían 493 millones de prediabéticos, en EEUU 86 y en España 6, por citar tres países de los que tengo datos.
Con la bandera del "cuanto antes mejor", ADA, con la colaboración de otras organizaciones privadas y públicas norteamericanas, ha lanzado una campaña para detectar tantos prediabéticos como pueda, para, a continuación, aconsejarles que vayan a su médico a ver qué les dice.
En la puerta de una nueva epidemia, muchos expertos ponen en cuestión que la prediabetes deba ser objeto de una actuación sanitaria de las características de la que se está preparando en EEUU. El Dr. John Yudkin y el Dr. Victor Montori, en un artículo en el British Medical Journal, dicen estar preocupados porque la dimensión de esta epidemia colapsará los sistemas sanitarios y arrojará millones de personas a recibir tratamientos innecesarios.
Según el Dr. Yudkin, la prediabetes es una categoría artificial sin ninguna relevancia clínica cuando -afirma- no hay nada que pruebe que si se tratan estos nuevos prepacientes se pueda evitar que acaben desarrollando la enfermedad. En este sentido, la Sociedad Española de Diabetes (SED) va por el mismo camino, aunque de manera más moderada. En un informe de consenso, a pesar de aconsejar la detección de prediabéticos, la SED admite que una vez descubiertos los casos, las actuaciones médicas deberían ceñirse a modificar estilos de vida, ya que los fármacos, como la metformina, no son una opción efectiva.
El Dr. Montori va más lejos cuando defiende que si de verdad se quiere hacer algo para prevenir la obesidad y la diabetes, en vez de perseguir casos sospechosos, sería mucho más inteligente plantear políticas que redujeran los factores causales de la epidemia desde una perspectiva cultural, alimentaria, educativa, social y económica. Montori deja clara su posición en una entrevista donde explica que, cuando publicó que no se debería medicalizar a los prediabéticos, no se refería a que no se les debieran dar medicamentos, lo cual es obvio para él, sino que, en su opinión, que a los colectivos con factores de riesgo de desarrollar diabetes se les debería enviar al gimnasio y a la verdulería, en vez de catalogarlos de preenfermos y arrojarlos a las saturadas consultas de los médicos.
Jordi Varela
Editor
Pues sí. Más política educacional de hábitos saludables (para cuando asignatura de alimentación y educación vial, por favor) y menos medicamentos.....
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