viernes, 15 de junio de 2018

Por favor, venga a verme a casa








Cada vez es más frecuente la necesidad de atender a nuestros pacientes en casa. El paradigma del aumento de la esperanza de vida, la cronicidad y la complejidad nos ha llevado a que el domicilio sea un lugar de atención sanitaria cada día más frecuente. Nuestros pacientes lo necesitan y nosotros se lo debemos. En un artículo editorial reciente de la revista Atención Primaria, junto con mis compañeros Esther Limón y Francisco Cegri, reflexionamos sobre la atención domiciliaria en el siglo XXI.

Cabe decir que, los cambios poblacionales y de las necesidades de salud nos han llevado a una situación en donde la atención domiciliaria es imprescindible organizarla de la forma más sensata posible. Existen diferentes equipos profesionales que dan atención en casa. La atención primaria, PADES y hospitalización a domicilio son los más frecuentes, pero no hay que olvidar que hay otros, como los equipos de apoyo a la cronicidad o los servicios sociales que también tienen su papel.


A pesar de haber diferentes experiencias organizativas en nuestro medio, las evaluaciones publicadas son muy limitadas. Son muchos los pacientes que prefieren ser tratados en casa antes de tener que ir al hospital. Están más satisfechos y presentan un menor número de complicaciones. La valoración geriátrica integral es una buena herramienta y el abordaje protocolizado a domicilio de personas mayores desfavorecidas económicamente mejora la calidad de los cuidados, disminuye las urgencias hospitalarias, además de una mejor detección y manejo de síndromes geriátricos. La organización y la cartera de servicios prestados en el domicilio son claves para una asistencia sanitaria y social con valor añadido.

Sin embargo, como mal endémico del sistema sanitario, encontramos con demasiada frecuencia que los servicios están fragmentados y las transiciones no se realizan adecuadamente. Así, uno de los retos es disminuir la fragmentación de estos cuidados que se procuran a domicilio. Para ello, la gobernanza en la provisión de servicios a domicilio (sanitario y social) debe ser cercana (algunos apuntan a nivel de gobiernos locales). Todo ello bajo el paraguas de una financiación adecuada. E indudablemente la visión del sistema sanitario y de los profesionales debe estar centrada en el paciente y sus necesidades.

Para el futuro próximo hay que avanzar hacia un modelo de provisión de servicios domiciliarios basado en la coordinación de todos sus actores. Yo me atrevería a apuntar que probablemente el equipo de atención primaria, y más concretamente la enfermera gestora de casos, debería ser la figura que velara para que el paciente tuviera las transiciones adecuadas y se hicieran las coordinaciones multiprofesionales correspondientes.

Si nos centramos en la gestión de la atención domiciliaria que se realiza desde la atención primaria, en estos momentos está en debate cuál es el modelo más adecuado. Hay quien defiende una longitudinalidad derivada de los principios fundacionales de Alma Ata, pero hay pistas de modelos especializados basados ​​en la estratificación de la población, con buenos resultados. Sea como sea, es necesario avanzar, realizar pruebas piloto, evaluarlas y publicarlas para que podamos tomar mejores decisiones. Cada territorio debería encontrar el modelo organizativo que le permita dar una mejor respuesta en función de su estructura poblacional y recursos.

Las actitudes y aptitudes de los profesionales implicados son elementos de gran importancia, por lo que hay promover las competencias transversales que facilitan la atención domiciliaria a pacientes crónicos. En este sentido es fundamental favorecer las relaciones profesionales entre niveles asistenciales, continuidad asistencial, concepción biopsicosocial, atención holística a las personas en su entorno, contemplando emociones, expectativas, sentimientos, creencias y valores de pacientes y familiares. La figura del profesional sanitario referente es clave para la atención de estas personas, pero esta figura puede cambiar en función de las circunstancias. Si predominan las necesidades sanitarias, una enfermera puede ser el elemento clave que cohesione a todos los profesionales, pero si lo que predomina son las necesidades sociales, la trabajadora social del equipo de atención primaria debería ser la referente.

La comunicación entre equipos profesionales ha mejorado y se tiene conciencia de que hay que mejorar en el abordaje de la atención domiciliaria. Vamos por buen camino.


1 comentario:

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