Existen varias publicaciones que analizan la interesante experiencia de autoorganización (autogestión) de la atención domiciliaria de enfermería en Buurtzorg (Holanda), entre las cuales es altamente recomendable el análisis que realizan The corporate rebels.
En un reciente post afirman: "La filosofía de Buurtzorg es simplificar: simplificar los procedimientos, las reglas y la comunicación a fin de centrarse en la mejor atención posible a sus pacientes. Su objetivo es evitar el tiempo perdido en tareas irrelevantes". En el post citan a Sharda Nandram, doctora en Psicología Social, que es también defensora del modelo empresarial holocrático. En su libro Organizational Innovation by Integrating Simplification. Learning from Buurtzorg Nederland (Innovación organizativa mediante la integración de la simplificación. Aprendiendo de Buurtzorg) señala que los "equipos de enfermería autogestionados programan su propio trabajo, reclutan nuevos colegas para su equipo y determinan el mejor enfoque, sin participación de un gerente o supervisor".
A partir de aquí desarrolla siete roles identificables: 1) el rol principal, 2) el ama de llaves, 3) el informador, 4) el desarrollador, 5) el planificador, 6) el dinamizador y 7) el mentor.
The corporate rebels se autoatribuyen una misión: hacer que se disfrute del trabajo. Según afirman, renunciaron a sus frustrantes trabajos corporativos y se dispusieron a viajar por el mundo para visitar las organizaciones más inspiradoras y compartir todo lo que aprenden. Su blog es leído en más de cien países y ha sido citado por The New York Times, Forbes, HuffPost, The Guardian, la BBC..., como uno de los mejores ejemplos de pensadores emergentes y disruptivos.
Es muy recomendable el post semanal que publican, que suele comentar experiencias organizativas que pretenden hacer aflorar el talento del capital humano. Sus tweets son francamente inspiradores. Quizá una buena síntesis de su pensamiento está en el post y su imagen sobre "como los verdaderos líderes derriten el iceberg de la ignorancia con humildad".
A partir de este análisis emerge una necesaria reflexión sobre nuestro entorno y su reciente pasado: seguramente todos recordaremos el interesante momento que vivimos cuando nos planteábamos, hace más de diez años, la necesidad de proporcionar un elevado nivel de autoorganización, por no decir autogestión, a los equipos de atención primaria. Se intentaba explorar este enfoque en el sector público tras la aparición de las controvertidas entidades de base asociativa de los equipos de atención primaria. Ese momento también coincidía con el interés por la creación de institutos de servicios hospitalarios y un conjunto de aproximaciones imaginativas de gestión por procesos.
Pero, por desgracia, llegó la profunda crisis económica con las consiguientes restricciones presupuestarias, con lo que la posibilidad de imaginación organizativa desapareció y el trabajo clínico volvió a adoptar el más crudo modelo de producción taylorista.
Además, se inició una regresión en los conceptos organizativos y cobró fuerza –en nuestro entorno– la defensa de lo público y en especial de la gestión pública, seguramente en su peor cara: realzar la funcionarización del trabajador sanitario, es decir, los clínicos reivindicando su papel de funcionarios, seguramente con el loable objetivo de asegurarse su puesto de trabajo. Resulta sorprendente que, cuando estamos en un teórico proceso de recuperación económica, no vuelva a plantearse la capacidad, que a buen seguro tienen los clínicos, de gestionar sus propias carreras profesionales. No soy un experto en ciencias políticas, por lo que intentaré ser prudente, pero me temo que la actual corriente de crisis en los conceptos más puramente liberales está influyendo en ello. La denominada crisis de las democracias liberales que empezamos a sufrir creo que queda bien analizada en el excelente manifiesto liberal de The Economist con motivo de su 150 aniversario: "El éxito convirtió a los liberales en una élite complaciente. Necesitan reavivar su deseo/espíritu de radicalismo".
Algunas señales de respuesta empiezan a aparecer, como el reciente posicionamiento de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFIC) reclamando, entre otras medidas, más autonomía de gestión. Y también observamos una creciente manifestación de descontento de los profesionales aunque con reivindicaciones y objetivos “clásicos”.
Quizás, entre lo más interesante está la apuesta organizativa del National Health Service por “la academia de liderazgo” a la que desde hace unos diez años le está dando vueltas (interesante visualizar el vídeo). En nuestro entorno, salvo algunas limitadas iniciativas hace unos años, muy poco se ha avanzado, aunque actualmente parece emerger alguna propuesta, por ejemplo, en algunas corporaciones médicas.
En resumen: una situación compleja, sin un marco claro ni orientación, que exigirá propuestas y soluciones de muy variado cariz. Esperemos y deseemos que se intensifique el aire fresco que nos llega y que sea aprovechado por una nueva generación de líderes clínicos. Evidentemente, me refiero a médicos y enfermeras, pero también a incipientes y nuevos actores y a los nuevos profesionales de la salud con una base formativa distinta, que son muchos y están intentando entrar por las ventanas que encuentran abiertas.
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