(Parte I)
En mi primer post, “Y a nosotros ¿cuándo nos toca?”, abordé la necesidad de impulsar la decisión clínica compartida en los trastornos mentales, a partir de ahora centraré mi interés en comentar la importancia que ha demostrado tener apoyo emocional en el diagnóstico y tratamiento del cáncer.
El diálogo clínico entre el médico y el paciente sobre el pronóstico y los cuidados del cáncer en fases avanzadas influye significativamente en como evalúa este tanto los beneficios como los efectos secundarios del tratamiento. También afecta a como pasa el tiempo en el que su vida finalizará y en como se adaptan los miembros de la familia a la enfermedad del paciente y a su muerte. Es muy importante detectar las diferencias personales en cuanto a la necesidad de recibir información. Frente a un pequeño porcentaje de pacientes que prefiere no ser informado, la mayor parte considera muy valiosa toda la información que recibe relacionada con su pronóstico y su tratamiento. El intercambio de información se produce en una relación entre el profesional y el paciente especialmente sensible, en la que tienen que manejarse en una comunicación de elevada carga emocional y en la que debe garantizarse que la información sea completamente comprendida. Es evidente que el paciente, con gran frecuencia, está ansioso, entre otros muchos factores, por las dudas sobre su pronóstico, la carga familiar que genera la enfermedad o por el resultado de las pruebas. Y estos elevados niveles de ansiedad afectan tanto a la relación interpersonal como al procesamiento de la información y de las decisiones adoptadas. Es por todo ello que la investigación en psicooncología nos aporta distintas herramientas para favorecer tanto el vínculo terapéutico como la comprensión sobre la enfermedad del paciente, tal como recoge esta reciente revisión.
Existen muchas evidencias sobre como influyen las emociones negativas en la toma de decisiones. En un estudio realizado en personas voluntarias, de forma aleatoria se las asignaba a un grupo de intervención, en el que se les inducían emociones de ira, tristeza o miedo mediante el visionado de vídeos de contenido no sanitario, o bien a un grupo control. Luego, los participantes leían un formulario de consentimiento informado de un ensayo clínico mientras se les rastreaba la atención visual. El seguimiento del movimiento ocular reveló que los participantes a los que se les inducía miedo e ira pasaban más tiempo fijándose en los detalles del procedimiento del ensayo que aquellos que lo leían en condiciones neutrales. Esta lectura más detallada no se traducía en una mejor comprensión general, más bien al contrario, se reducía la comprensión de los beneficios del ensayo. Este estudio sugiere que las emociones negativas pueden influir tanto en el procesamiento como en la comprensión de la información relacionada con el consentimiento del ensayo clínico. En general, los estudios del comportamiento sugieren que el estrés y las emociones ejercen efectos sutiles pero consistentes en la cognición, tanto en entornos de laboratorio como en la vida diaria. Estos experimentos explican que los factores psicológicos influyen de forma directamente en la forma en que los pacientes procesan la información clínica.
De esta forma, la intervención sobre factores psicológicos ayuda a mejorar la comprensión y los procesos de comunicación clínica, imprescindibles para la decisión clínica compartida. La intervención desde la psicooncología se centra, por un lado, en paliar el impacto emocional que desencadena un diagnóstico de cáncer y, por otro, en facilitar la adaptación del paciente a la enfermedad para que pueda ser parte activa en las decisiones que le afectan. La psicooncología trata, en definitiva, de dar soporte emocional al paciente y a su familia para, de esta forma, mejorar la comunicación, la comprensión de la enfermedad y la capacidad de afrontarla.
Existen muchas evidencias sobre como influyen las emociones negativas en la toma de decisiones. En un estudio realizado en personas voluntarias, de forma aleatoria se las asignaba a un grupo de intervención, en el que se les inducían emociones de ira, tristeza o miedo mediante el visionado de vídeos de contenido no sanitario, o bien a un grupo control. Luego, los participantes leían un formulario de consentimiento informado de un ensayo clínico mientras se les rastreaba la atención visual. El seguimiento del movimiento ocular reveló que los participantes a los que se les inducía miedo e ira pasaban más tiempo fijándose en los detalles del procedimiento del ensayo que aquellos que lo leían en condiciones neutrales. Esta lectura más detallada no se traducía en una mejor comprensión general, más bien al contrario, se reducía la comprensión de los beneficios del ensayo. Este estudio sugiere que las emociones negativas pueden influir tanto en el procesamiento como en la comprensión de la información relacionada con el consentimiento del ensayo clínico. En general, los estudios del comportamiento sugieren que el estrés y las emociones ejercen efectos sutiles pero consistentes en la cognición, tanto en entornos de laboratorio como en la vida diaria. Estos experimentos explican que los factores psicológicos influyen de forma directamente en la forma en que los pacientes procesan la información clínica.
De esta forma, la intervención sobre factores psicológicos ayuda a mejorar la comprensión y los procesos de comunicación clínica, imprescindibles para la decisión clínica compartida. La intervención desde la psicooncología se centra, por un lado, en paliar el impacto emocional que desencadena un diagnóstico de cáncer y, por otro, en facilitar la adaptación del paciente a la enfermedad para que pueda ser parte activa en las decisiones que le afectan. La psicooncología trata, en definitiva, de dar soporte emocional al paciente y a su familia para, de esta forma, mejorar la comunicación, la comprensión de la enfermedad y la capacidad de afrontarla.
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