viernes, 8 de abril de 2022

¿Por qué las prácticas de bajo valor afectan más a las mujeres?

José Joaquín Mira



Acceso al webinar del 24 de noviembre de 2021
Que algunas prácticas de bajo valor persistan no es una buena noticia, aunque podríamos esperarlo. Que sean particularmente más frecuentes entre las pacientes del género femenino es una mala noticia que debe llamar nuestra atención. Primero, porque no hay razones objetivas que justifiquen que persistan estas prácticas de bajo valor y, segundo, porque tampoco existen razones para que afecten de forma diferente a mujeres y a hombres. Algo hemos de hacer distinto en nuestra práctica clínica.

La sobreutilización es un problema clásico en el ámbito de la calidad asistencial. A este fenómeno no escapa ningún sistema sanitario. Ni de países en desarrollo, ni desarrollados. Ni del norte, ni del sur. Se han realizado campañas informativas, desarrollado ayudas a la prescripción, revisado protocolos. No se ha dejado de trabajar en muchos ámbitos para afrontarlo. Pero sin que sepamos bien el porqué, algunas de estas prácticas tienden a disminuir, otras han visto incrementarse ligeramente su frecuencia y otras, sencillamente, se mantienen más o menos estables. En todos los casos, además, con una amplia variabilidad entre territorios. Aunque lo sospechábamos, hasta hace relativamente poco no se ha constatado que estas prácticas de escaso valor supongan una amenaza para la seguridad de los/las pacientes y ahora tenemos evidencia de que están en el origen de un número considerable de eventos adversos, tanto en atención hospitalaria como en atención primaria.

La sobreutilización es un fenómeno global que supone un fallo en la calidad asistencial

En el ámbito hospitalario, se calcula que la sobreutilización es responsable de hasta un 15% de los eventos adversos que tienen su origen en este nivel asistencial. El estudio SOBRINA, realizado en España, ha puesto de manifiesto que ignorar los "No hacer" consensuados para la atención primaria es responsable de un 5% de los eventos adversos que sufren los/las pacientes cada año. En este estudio (que analizó la frecuencia de diez prácticas de escaso valor consensuadas para atención primaria en los años 2018 y 2019) se encontró que a un 73% (IC 71-74,4%) de los/las pacientes atendidos/as en este nivel asistencial se les realizaron prescripciones a lo largo de un año que no les aportaban beneficio y que, por el contrario, sí entrañaban riesgos. La “sorpresa” fue que cuando se analizaron los datos se halló que la frecuencia de estas prácticas de bajo valor era mayor entre las mujeres que entre los hombres, con independencia de que el profesional o la profesional que atendiera al/a la paciente fuera hombre o mujer. Las mujeres recibieron un mayor volumen de estas prescripciones (8 puntos porcentuales más que los hombres, una vez ajustada la tasa considerando su mayor frecuentación, normalmente condicionada también por sesgos de género). Estas mujeres, además, sufrieron un mayor número de eventos adversos que los hombres, lo que debe llamar nuestra atención. Estos datos no hacen sino confirmar otros que se han ido produciendo y que pasan a veces desapercibidos, como que la polifarmacia se incrementara en algo más de 6 puntos porcentuales de 2005 a 2015, siendo este aumento particularmente mayor en el caso de las mujeres. Por esta razón, cuando comprobamos hace unos años la frecuencia con la que se ignoraban los "No hacer" consensuados en España en la atención primaria, nos preguntamos qué se podía hacer para evitarlo. De este modo surgió una pregunta de investigación (proyecto OVERGEND) que ahora cuenta con respaldo de la Generalitat Valenciana (Prometeo 2021/061) para responderla: describir diferencias no debidas al sexo, analizar su origen y proponer alternativas para erradicarlas.

La sobreutilización es más frecuente entre mujeres cuando no se explicitan razones basadas en diferencias de sexo para ello

Que la práctica clínica esté condiciona por sesgos de género no es ninguna novedad. Hombres y mujeres, muchas más veces de las que podemos justificar por diferencias de morbilidad por sexo, reciben una atención diferente. El género, como constructo social, sabemos que viene desempeñando un papel determinante en el acceso al sistema de salud y en el uso del mismo, así como las respuestas que reciben hombres y mujeres como pacientes en el transcurso de procesos diagnósticos y tratamientos. Tanto es así que se ha sugerido la necesidad de desarrollar una atención centrada en la mujer para reducir sobrediagnóstico y sobretratamiento en el género femenino o para considerar de forma apropiada los riesgos para la salud de las decisiones clínicas que se van adoptando, teniendo en cuenta las diferencias entre sexos.

La sobreutilización es un riesgo adicional para la salud de la mujer

Nadie duda que hay que hacer frente decididamente a la sobreutilización. La estrategia Compromiso por la Calidad de las Sociedades Científicas en España, que compromete a sociedades científicas y al Ministerio de Salud y cuenta con el respaldo técnico de GuíaSalud, es un camino extraordinariamente útil para afrontar este problema. Pero, a la vista de lo que vamos aprendiendo sobre este fenómeno, los enfoques para reducir la sobreutilización y los indicadores que se diseñen han de considerar que existen factores sociales y culturales (en definitiva, de género) que deben abordarse para reducir una fuente inesperada e injustificable, y también inaceptable, de inequidad.

En la era COVID, uno de los caminos que se han identificado para fortalecer nuestros sistemas sanitarios pasa por reducir las prácticas de bajo valor

En diversos países desarrollados con modelos sanitarios similares al nuestro destaca que en esta era COVID, uno de los caminos para fortalecer los sistemas sanitarios pasa por erradicar las prácticas de bajo valor diagnóstico o terapéutico. Ahora podemos afirmar que este reto resultará insuficiente si no aborda los flecos que han ido apareciendo cuando se analizan la frecuencia y las causas de que se siga haciendo lo que no hay que hacer y que apuntan a que la salud de las mujeres tiene un mayor riesgo que la de los hombres de verse afectada por el fenómeno de la sobreutilización.


Este texto tiene su origen en el proyecto de investigación coordinado y financiado por el Instituto de Salud Carlos III (PI16/00971 y PI16/00816) y cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) "A way to make Europe".

1 comentario:

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