El modelo de atención sanitaria actual que clasifica a los pacientes por sistemas o especialidades médicas parcela la atención de cualquier problema de salud. La atribución causal a las enfermedades según la dicotomía psíquico vs orgánico impide ver el proceso de las patologías en su totalidad y contribuye a que los pacientes vayan con su malestar de un servicio a otro, con el riesgo de sobreactuación en algunos casos o de no intervenir de forma global con soluciones integradoras en otros casos complejos.
En palabras de Luis Chiozza, médico psicoanalista referente internacional en medicina psicosomática: “Cuando decimos, siguiendo a Weizsaecker, que todo lo corporal posee un sentido psicológico y todo lo psíquico posee un correlato corporal, no presuponemos que un fenómeno psíquico se convierta en corporal o viceversa, sino que la existencia misma del fenómeno somático puede ser comprendida en su sentido y la existencia misma del fenómeno psíquico puede ser contemplada en su aspecto corporal.”
Los problemas de salud mental son un factor de riesgo implicado en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, EPOC y muchas otras patologías. De igual manera aumenta el riesgo de padecer abuso de alcohol y otras sustancias, tabaquismo, peores perspectivas económicas y de empleo, y una red social de apoyo más deficitaria. A pesar de estas evidencias, los programas de prevención primaria determinan otras prioridades, por lo que en estos momentos la promoción de la salud mental precisa de un importante impulso.
Las personas que padecen un trastorno mental grave como la esquizofrenia o el trastorno bipolar tienen un alto riesgo de padecer enfermedades físicas, en relación con efectos adversos del tratamiento, inadecuados hábitos de vida, sumados a los propios determinantes socio-económicos, lo que lleva a una dramática disminución de la esperanza de vida de 15 a 20 años en este subgrupo de población. En comparación con la población general, son personas menos propensas a demandar atención sobre sus problemas y necesidades de salud, lo que puede ocasionar dificultades en la detección y en el tratamiento de las enfermedades físicas. Estas dificultades exigen una especial atención y deben ser el objetivo de programas conjuntos entre atención primaria y salud mental.
Una de las iniciativas más interesantes para solucionar este problema parte de The King’s Fund, a través del documento Bringing together physical and mental health, en el que se identifican 10 prioridades que buscan la integración entre la salud mental y la física:
1. Incorporar la salud mental en los programas de salud pública
Algunas de estas estrategias son la promoción de la actividad física al aire libre, la prevención del consumo perjudicial de alcohol y las intervenciones para mejorar la interacción social, facilitar la cohesión social y combatir el aislamiento.
2. Promover la salud en personas con trastornos mentales graves
Todos los profesionales de la salud mental deben ver la promoción de la salud como parte fundamental de su trabajo. Dentro de las actividades propuestas estará la prestación de servicios orientados a reforzar hábitos saludables, como por ejemplo, los programas de deshabituación tabáquica.
3. Mejorar el manejo de síntomas médicos inexplicados en atención primaria
La evidencia sugiere que el abordaje biopsicosocial dentro de un marco de intervención escalonada puede ser un enfoque efectivo para algunas personas que sufren estos síntomas.
4. Fortalecer la atención primaria para las necesidades de salud física de personas con trastorno mental grave
La responsabilidad de supervisar e intervenir sobre la salud física de las personas con trastornos mentales graves debe ser compartida entre atención primaria y los servicios de salud mental, basada en acuerdos locales claros.
5. Apoyar la salud mental de personas con enfermedades crónicas
Las personas con problemas crónicos de salud física pueden beneficiarse de un apoyo en los aspectos psicológicos relacionados con su enfermedad, como una parte estándar de su atención.
6. Apoyar la salud mental y al bienestar de los cuidadores
Es importante evaluar las necesidades de salud física y mental de los cuidadores y miembros de la familia como una parte rutinaria de la atención prestada a las personas con problemas crónicos de salud o estadios terminales de la enfermedad.
7. Apoyar la salud mental en hospitalizaciones agudas
Con esta visión integradora, los profesionales que trabajan en los servicios de urgencias y de hospitalización deberían contar, entre sus habilidades, con la capacidad de identificar y atender a situaciones como la demencia, el delirium, la ideación autolítica y la psicosis aguda.
8. Abordar la salud física en servicios de hospitalización de salud mental
El ingreso de una persona en un servicio de hospitalización breve de salud mental es una oportunidad para intervenir y mejorar la salud mental y física.
9. Proporcionar apoyo integrado en la salud mental perinatal
Todos los profesionales involucrados en el embarazo y el período posnatal tienen un papel importante en asegurar la salud mental y el bienestar de las mujeres durante todo el proceso perinatal
10. Apoyar las necesidades de salud mental de las personas en recursos residenciales
Los médicos de familia que trabajan con personas mayores en residencias podrían identificar a aquellos que necesitan apoyo de salud mental y proporcionar educación y asesoramiento pertinentes al personal de la residencia. Los servicios especializados de salud mental estarán disponibles y accesibles, por ejemplo, para ayudar al personal a manejar a los residentes que necesitan apoyo intensivo o que presentan comportamientos desafiantes.
Una visión integrada cuerpo-mente permite aproximarnos de forma holística a la persona y a la comprensión de su padecimiento, a la vez que mejoramos la accesibilidad y el pronóstico de la atención a cualquier enfermedad.
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