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@varelalaf |
1. Alinear objetivos asistenciales entre todos los actores, incluida evidentemente la persona implicada. Este ingrediente es imprescindible para que la mayonesa no se corte. El alineamiento de objetivos no requiere ninguna reforma, ni siquiera ninguna reunión. Sencillamente algún profesional, generalmente el más cercano al paciente, realiza una entrevista en profundidad, de la que surgen objetivos plausibles y, este acuerdo, lo comunica con claridad a todos los profesionales implicados en el plan de servicios.
2. Crear un lenguaje común. Sabiendo que cada uno, de acuerdo con su especialidad, se rige por unas normas o unas guías a menudo incomprensibles para los que no son del mismo ramo, es necesario elaborar trayectorias clínicas transversales para los procesos clínicos más comunes, unos documentos en los que se comparte la mejor evidencia disponible, pero donde también se establecen las funciones de cada uno, y así todo el mundo tiene claro quién hace qué, evitándose descoordinaciones enojosas.
3. Encontrar espacios de colaboración. Las agendas hierven y demasiado a menudo observamos cómo la coordinación no se prioriza, porque el día a día se lo come todo, y los profesionales suelen pasar por alto que, cuando se trata de pacientes complejos, la falta de dedicación a tareas de colaboración puede ser desastrosa para el cumplimiento del plan de servicios.
4. Compartir información clínica y social relevante. La situación ideal sería que todos los profesionales implicados en los procesos clínicos complejos utilizaran la misma plataforma documental social y sanitaria en todos los niveles: servicios sociales territoriales, atención primaria, hospital y atención intermedia. Pero la realidad de los sistemas de información es muy fragmentada. Por este motivo es necesario esforzarse en compartir, como mínimo, los dos documentos fundamentales para la alineación de objetivos asistenciales: la evaluación integral y el plan individualizado consensuado.
Dado que el modelo fragmentado imperante está poniendo palos en las ruedas de la integración de servicios, valgan estas cuatro recomendaciones: alineación de objetivos, lenguaje común, espacios de colaboración e información básica compartida; como una forma plausible de salir del powerpoint y empezar a caminar en la dirección apropiada.
Recuerde que en este mismo blog hemos publicado muchos posts en esta misma línea: "Los servicios médicos, un anacronismo", "Unidades funcionales transversales, un reto al alcance" y "¿Por qué no se incentiva la integración de servicios?"
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